Sinopsis
Emparentada a menudo con la de ciertos grandes ironistas del
siglo XX en México, de Julio Torri a Juan José Arreola, la obra
de Díaz Dufoo, hijo, tan admirada como mal conocida, se sirvió
de un lenguaje lleno de hallazgos y correspondencias para
ahondar en las grietas del racionalismo y delatar el sesgo
cientifista que determina las experiencias humanas.
El amplio centenar de formas breves que halla cabida en
estos Epigramas, una pequeña obra maestra de la inteligencia
hasta ahora inédita en España, fue escrito y madurado durante
años en un proceso que aunaba el rigor filosófico y la intuición
poética. Máximas y aforismos transparentes conviven con sofismas y parábolas de genuina eficacia narrativa y un tono de
ironía desencantada del que no queda ausente la melancolía.
El presente volumen se completa con su «Ensayo sobre
una estética de lo cursi» (La Nave, 1916) y su «Diálogo contra
el éxito literario» (Revista Nueva, 1919), dos textos embrionarios
que dan bien la medida de la incipiente conformación de su
estética y su visión de la literatura.
Nota biográfica
CARLOS DÍAZ DUFOO, HIJO (Ciudad de México,
1888-1932), desempeñó un papel poco menos
que marginal en la escena literaria de su
tiempo. Tras graduarse como abogado en la
Escuela Libre de Derecho, trabajó brevemente
en la compañía petrolera El Águila, con sede
en Tampico, y, más tarde, en el despacho
de abogados Gancino y Riba de la Ciudad
de México. Contrajo matrimonio en los años
veinte e impartió clases como profesor de
historia antigua y filosofía en la Escuela
Nacional Preparatoria y en la Facultad
de Derecho. De su vida personal poco más
se sabe. Nunca viajó a Europa. No figuró
de manera oficial en ningún grupo literario
ni tomó parte en proyectos culturales de
relevancia, exceptuando su participación
en la fundación de La Nave, en 1914, y su
colaboración en otras revistas de la época,
como Contemporáneos y México Moderno.
La aparición de Epigramas, de 1927, le granjeó
una reputación imperecedera como prosista,
reconocida por autores del calibre de Alfonso
Reyes o Julio Torri, a quien le unió una
estrecha amistad. Díaz Dufoo decidió acabar
con su vida el 30 de abril de 1932. Pero, pese
a la parquedad de su obra, compuesta
apenas por un puñado de ensayos, poemas,
diálogos y textos dramáticos, y a su carácter
huidizo y poco sociable, que le valió el
sobrenombre de «el aforista desconocido»
y le libró cabalmente de salir en la foto, su
escritura ha mantenido una influencia casi
constante en el panorama de la literatura
mexicana reciente.
Ecos de la crítica
Un centenar de formas breves, lúcidas, irónicas, que han permanecido inéditas casi un siglo en España. Un conjunto de fragmentos que no tienen género. (...) En Díaz Dufoo (hijo) todo es meditación aforística que sustenta la imposibilidad del conocimiento. (...) Me pregunto qué caminos recorrerá Epigramas (Firmamento) en este país. No puede hablarse de "acontecimiento", porque ahora cualquier cosa lo es y porque, además, tal vez se trate de un sutil "desacontecimiento"...
ENRIQUE VILA-MATAS, El País
Firmamento da a conocer el único libro del escritor mexicano Carlos Díaz Dufoo, hijo, una valiosa colección de aforismos caracterizados por la lucidez y la prosa impecable (...). Un libro de culto del que no sabíamos nada (...). En estas y otras sentencias encontramos la característica ironía de una prosa invariablemente lúcida, repleta de hallazgos y paradojas (...). Casi secreto en vida, Díaz Dufoo ha tenido una posteridad prestigiosa e influyente en el ámbito del ensayismo mexicano. Las razones podrá entenderlas cualquiera que se acerque a este pequeño gran libro
IGNACIO F. GARMENDIA, Diario de Sevilla
Me ha encantado Epigramas, que publica por primera vez en España la gaditana y exquisita Firmamento (...). Se añaden a la amplia muestra el delicioso "Ensayo sobre una estética de lo cursi" y "Diálogo contra el éxito literario", dos títulos que harán salivar a cualquier letraherido...
ÁLVARO VALVERDE, Mayora
Carlos Díaz Dufoo, hijo triunfó en su idea de fracaso hasta su suicidio. Una vez muerto (...), se convirtió en un ruido un poco más próximo. Prefirió la nada a arrastrarse por formar parte de un grupo reconocido, y eso le hizo importante
ADRI FAURO, Poscultura